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El costo oculto de la política monetaria: lo que los grandes bancos están cobrando a los ciudadanos norteamericanos

El dinero fácil de la Reserva Federal: una factura de $200 mil millones pagada por todos

Desde hace varios años, la Reserva Federal se ha dedicado a imprimir dinero sin límites claros, bajo la bandera del “estímulo” monetario. Lo que muchos ciudadanos desconocen es que este exceso de liquidez no se quedó simplemente en los bolsillos de las familias o en la economía real, sino que terminó acumulándose en cuentas de los grandes bancos privados. Ahora, todos los estadounidenses están pagando un precio altísimo por estas políticas, beneficiando principalmente a Wall Street.

Según el economista Brian Wesbury, hoy en día la Reserva Federal le paga a los bancos privados alrededor de $200 mil millones de dólares al año en intereses simplemente por “guardar” el dinero que la misma Fed imprimió. Con una tasa del 4,5% sobre más de $5 billones en reservas, la magnitud de este pago es inédita y, francamente, escandalosa.

¿Por qué la Reserva Federal paga intereses sobre reservas bancarias?

Para entender esta situación, es necesario explicar el mecanismo de los intereses sobre reservas. Cuando la Reserva Federal imprime dinero para comprar bonos del Tesoro u otros activos financieros, ese dinero termina en cuentas de los bancos privados. Desde 2008, la Fed paga intereses sobre las reservas que estos bancos mantienen en su balance. Antes de esa fecha, este pago no se realizaba y las reservas eran mucho menores.

  • En 2007, las reservas eran inferiores a $20 mil millones.
  • En 2025, tras varias rondas de “expansión cuantitativa”, las reservas superan los $3,4 billones según datos oficiales recientes.
  • Los bancos reciben intereses por no prestar ese dinero ni inyectarlo en la economía real, sino simplemente por mantenerlo “aparcado” en la Fed.

Este esquema fue defendido como una medida técnica para “controlar la inflación” y “administrar la liquidez”, pero en la práctica, se ha convertido en un subsidio masivo a las grandes instituciones financieras.

¿A quién beneficia realmente esta política?

Aquí radica el verdadero problema: ese dinero proviene del contribuyente. Los fondos utilizados para pagar intereses a los bancos podrían emplearse para reducir el déficit, reforzar programas sociales o reducir la presión fiscal sobre las clases medias y trabajadoras. En cambio, la Reserva Federal ha decidido transferir cientos de miles de millones cada año a las entidades más poderosas del sector financiero.

  • Los bancos grandes acaparan la mayor parte de estos intereses, consolidando aún más su posición dominante.
  • Los ciudadanos comunes no solo no se benefician, sino que sufren las consecuencias de la inflación y una economía estancada por la falta de crédito productivo.
  • El incentivo para que los bancos presten a familias y empresas es cada vez menor si pueden obtener rendimientos seguros y elevados simplemente estacionando dinero en la Fed.

La herencia de la “expansión cuantitativa” y sus peligros

Las políticas de expansión cuantitativa (“quantitative easing”) implementadas durante las últimas administraciones demócratas, especialmente bajo la presidencia de Biden, inflaron artificialmente el balance de la Reserva Federal. El resultado fue una montaña de liquidez que nunca llegó al ciudadano común, sino que alimentó burbujas financieras y ahora se traduce en un enorme costo anual de intereses.

  • El balance de la Fed alcanzó niveles históricos tras la pandemia, y pese a los intentos de “endurecimiento cuantitativo”, las reservas no bajan de los $3 billones.
  • Esto significa que, aun en contextos de supuesta normalización, el modelo sigue beneficiando a los mismos de siempre: los grandes bancos y fondos de inversión.

Una alternativa conservadora: priorizar al ciudadano y a la economía real

Desde posturas conservadoras y patriotas, defendemos que el dinero público debe tener un destino productivo y transparente. En lugar de subsidiar a las élites financieras, sería preferible utilizar esos fondos para reducir la deuda nacional, apoyar a los pequeños negocios, mejorar infraestructuras o reducir impuestos a las familias trabajadoras.

  • El gobierno de Donald Trump, en contraste, apostó por políticas que devolvían el protagonismo al sector real de la economía y priorizaban el crecimiento sobre el intervencionismo monetario descontrolado.
  • El final de la “imprenta en piloto automático” permitiría que el capital fluya hacia quienes realmente generan empleo y riqueza en Estados Unidos.

El silencio mediático y la necesidad de un debate honesto

A pesar del impacto de este esquema sobre la economía nacional, pocos medios progresistas se atreven a cuestionar el modelo. Es fundamental exigir transparencia y responsabilidad a la Reserva Federal y a los políticos que avalan este despilfarro. Preguntémonos: ¿quién defiende en realidad al ciudadano norteamericano?

  • El pago anual de $200 mil millones a bancos privados es una transferencia de riqueza de los ciudadanos a Wall Street.
  • Mientras tanto, la inflación, la deuda y la precariedad aumentan para la mayoría de las familias.
  • Solo una visión auténticamente conservadora y alineada con los intereses de la nación puede revertir este saqueo silencioso.

Conclusión: es hora de cambiar el rumbo

Estados Unidos necesita recuperar el control de su política monetaria y poner fin a los privilegios de las élites financieras. La Reserva Federal debe rendir cuentas y las decisiones de política deben responder al interés nacional, no a los lobbys de Wall Street. Solo así se devolverá la prosperidad a las familias, se reactivará la economía real y se pondrá fin a una de las transferencias de riqueza más injustas de la era moderna.

La administración Trump demostró que otra política económica es posible: una que fomente la inversión, reduzca la intervención burocrática y devuelva la confianza al pueblo estadounidense. Hoy más que nunca, urge reclamar ese rumbo y exigir el fin del subsidio oculto a la gran banca.

Fuentes:
RealClearPolitics
Federal Reserve
Banking Journal

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